miércoles, 16 de diciembre de 2009

reflexion

Esto de las teorías fatalistas del ser humano y del mundo…
En lo que tengo de vida (que son apenas 20 años mal contados) desde que tengo memoria (que es apenas hace 10 años) el hombre ha tratado de innumerables maneras acabar con esta creación tan hermosa, de una manera inconsciente o consiente y si me remontara muchos años atrás encontraría muchas cosas más. Pero lo que me invito ahora a reflexionar son las dos facetas más marcadas de esta destrucción, las he denominado de manera practica la real y la mítica. Quiero dar una breve explicación de la real que no es la protagonista de este escrito, la destrucción que yo creo real es la que cometemos todos nosotros los humanos junto con las grandes industrias plaga del universo, a diario contaminando las arterias y venas hídricas, los pulmones verdes, la piel tersa y limpia de nuestro planeta, etc. Ahora la que yo he denominado de manera práctica la destrucción mitológica es la que siempre los grupos fanáticos de lo metafísicos han creado, como una necesidad de control biológico interno ellos intentan generar teorías para destruir este bello planeta y con ellos su más grande plaga denominada ser humano, en lo que lleva estos 10 años han generado ya 2 teorías (que son las más grandes y con mas creyentes) de destrucción y muerte total proveniente de un ser supremo muy enojado y con mucho poder o muy bondadoso y piadoso que nos va a traer la luz al mundo. ¿Ya olvidaron lo que pasaría el 31 de diciembre de 1999 a la media noche? Y no quiero hablar del 6 de junio del 1996 o del 6 de junio de 2006 y ni hablar del 6 de junio de 1999 cuando surgen pequeños rumores de la llegada de un tal hijo del mal, supuestamente por los números malditos 666. Recuerdo la llegada del nuevo siglo y nuevo milenio con tanta mística porque todos hablaban de malas cosas, la televisión, la radio y los periódicos apoyando esa teoría del fin del mundo, sentí mucho temor porque apenas contaba con 10 años de edad y por mi madre y mi tío (cristianos ambos, una católico y el otro protestante) creía en la metafísica fielmente. Recuerdo muy bien que estaba viendo la televisión y estaban dando un especial en el canal nacional acerca de la bienvenida de año de todos los países y a muy tempranas horas de la mañana el 31 de diciembre de 1999 en mi país la programación empezaban con la llegada del nuevo milenio en Australia y así sucesivamente hasta llegar a Colombia, eso fue una bofetada con toda a las teorías del fin del mundo para la media noche de 1999. Ahora me encuentro con la mítica de las personas nuevamente pero no de las teorías cristianas como siempre suele ocurrir, es con algo que proviene de mis antepasados los indígenas, la tribu maya. Tomaron e interpretaron un mensaje como bien les parecía y retomo algo que dije unos renglones atrás la necesidad del ser humano por controlarse biológicamente, es algo interior, algo que le dice al suicida hazlo o a un niño se infértil, u homosexual, o al ser humano se violento, matate y comete masacres (esta idea nació de un tertulia con Alejandro Aguirre Q.P.D sobre el control biológico del hombre) lo mismo pasa con estas teorías, algo le dice a los seres humanos que están haciendo mal, que son un plaga y que están acabando con el mundo tan hermoso que le da vida a tantas especies, que necesitamos cambiar y ser más cuidadosos y no ser como cucarachas de una lujosa casa, entonces nosotros o ellos generan inconscientemente estas teorías. Esta teoría mítica del 24 de diciembre del 2012 es un claro ejemplo de toda esta necesidad inconsciente de acabarnos. No quiero imaginar que dirá las “santas” iglesias judío-cristianas o los grupo fanáticos de la metafísica diversa el 6 de junio del 2066 o del 2666 o peor del 6666. Ojala que aprendamos a escuchar nuestra historia y en vez de preocuparnos por el fin del mundo espontaneo y mítico nos preocupemos por el que estamos generando nosotros el que yo denomine “real” y escuchemos bien a nuestros ancestros amantes de la madre tierra cuando nos dice que necesitamos cuidar nuestra tierra y una luz de sabiduría para aprender a vivir en ella.

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