sábado, 18 de julio de 2009


remota ilusión perdida
imagen borrosa por los años
recuerdo inconcluso
memoria que falla
razones incoherentes
horas sentado si pensar en nada
cansancio que no termina
los días que pasan sin sentido
tardes repetidas en el cielo
ojos marchitos de tanto ver
esto es la vejes...

lunes, 13 de julio de 2009

Cuanto diera yo, porque mis males (los que ahora me acongojan) sean por culpa del amor

Cuanto daría por acabar de una vez por todas con esta inseguridad, enterrarle y que no moleste más

¿Cómo podría yo, cambiar mi vida? Hombre de solo unos cuantos cigarros, y unas palabras confusas

Cuanto daría por mejorar muchas vidas, que como la mía están un poco perdidas y absortas en un espejismo

Cuanto daría por darles vida a unas cuantas personas que se lo merecen…

Cuanto daría por ser más inteligente, menos alcohólico, y un poco menos soñador

Cuanto daría porque estés a mi lado

Cuanto daría por la sonrisa de un niño, y cuanto daría por dejar de ser un mendigo

viernes, 10 de julio de 2009

Reflexión

Es el descanso tan necesario en el ser humano, que en estos tiempos es casi un comentario jocoso decir que es necesario descansar, tanto es el punto que nos limitamos a decir que “descansare el día que muera”. Y me preocupa de sobremanera esto, ya que yo y los míos estamos viviendo las secuelas de no tener tiempo para esto. Tenemos trastornos del sueño, delirios, ataques de pánico, trastornos alterados de la conciencia, trastornos de personalidad bipolar, y la más importante de todas y más dolorosa para algunas personas sensibles como yo: “el suicidio”. Es esta ultima la que realmente me ha llevado a escribir (y creo que ya parezco una copia de ese triste escritor llamado Pablo Coehlo). No les quiero decir que no se suiciden, es una decisión propia que no comparto y que a las malas me toca sobrellevar, ya que toca uno de mis más grandes temores denominado soledad. Ya sé que estas palabras son egoístas de mi parte para algunos defensores del suicidio pero es una triste verdad que me toca sobrellevar todos los días y que con el tiempo se va haciendo cada vez más honda, profunda y por ende dolorosa.

Grandes pensadores se han suicidado empezando por Jesús de Nazareno, y en ese orden podría denominar a muchos y hacer una lista casi que interminable. También lo podía justificar de muchas maneras interminables como decir que es una especie de control biológico para terminar con una sobrepoblación tan grande y tan dañina como lo es el ser humano sobre esta tierra y muy posiblemente sobre el universo en unos cientos de años. También lo podría atacar con posturas humanistas y escandalizándome de lo poco humanista que puedo llegar a ser y que mis palabras podría justificar (y no lo quiero hacer) las masacres que suceden a cada rato en el mundo y en especial en mi querido país, también podría hablar de Émile Durkheim (y que me perdonen los sociólogos si lo estoy nombrando en vano) y que es una estupidez suicidarse cuando los más grandes pensadores se pasaron toda una vida haciendo y deshaciendo sus más grandes postulados para lograr sacar a los ojos de la humanidad su obras cumbres, ¿Qué sería de la física si Albert Einstein cuando tenía 20, 25, 35, etc. Hubiera tomado la decisión de suicidarse? Teniendo en cuenta que Einstein publico su teoría cuando tenía aproximadamente 30 años de edad y que la fue perfeccionando en lo que le quedaba de vida. Podría traer a muchos pensadores, científicos, etc. Que han aportado enormemente a la humanidad en sus diferentes ramas del saber cuando ya tenían unos buenos años a cuestas.

¿Cuándo dejamos de morir por un sueño combatiendo hasta el final, y tomamos la decisión de morir en la tranquilidad de nuestras casas? Un amigo que se suicido no hace más de tres mese me decía que el con una decisión como esas le quitaba la oportunidad a otra persona de quitarle la vida a él, que esa era su única decisión autónoma. Además me decía que a el no le preguntaron si quería venir a este mundo que simplemente le impusieron esa decisión y que por ende él no se sentía autónomo, creo que es una reflexión muy fatalista. Por mi parte si un día e de quitarme la vida será en un fuerte combate con la vida, defendiendo un alma en pena o tratando de cambiar el mundo en el cual me toco vivir, no quiero morir como un cobarde, perezoso. Porque el día que yo muera y alguien encuentre mi rostro inerte note en él un aire de mucha grandeza y sienta un gran respeto por mi cuerpo (que ya no será mío) y trate de resguardar mi memoria del olvido que viene con los años. Puede sonar muy soñador (si tengo 20 años de edad), pero eso es lo que me mantiene en pie y no me deja caer en este sistema individualista, también puede sonar muy mamerto* pero no me importa si así es. Me siento orgulloso de pensar diferente y de molestar a las mentes que no quieren pensar más que en la novela de la 7.

Y quiero traer de nuevo lo que en un principio nombre “el descanso” ya que es lo que me tiene repuesto, en estos días que no he pensado en nada más que leer los libros que tenía pendientes y hacer actividades con mi familia pendientes. Me he sentido mejor ya mi mente no se siente pesada y veo las cosas más claramente, todo está peor que antes pero lo veo con buenos ojos. Soy optimista, necesito ser optimista (y que me perdone Daniel Samper si daño su inteligencia) no rayar en lo irrealista, que sería un punto muy diferente a lo que pretendo expresar. También me mame del existencialismo aunque conservo muchas cosas de este, no quiero morir cobardemente. Hace un par de meses escribía yo en un cuaderno en el que suelo escribir de un café que suelo frecuentar que es necesario tener en nuestra amada y contradictoria constitución un artículo que estipule el derecho a dormir, que también tendría que ser un derecho fundamental, que se exprese clara y concretamente sin tantos rodeos como suele ocurrir con todos los artículos de la constitución, que al final se parece a la biblia un termina deduciendo cosas y sacándole el mejor provecho para darle una interpretación que le convenga a uno. Como me molestan las malas noticias y me molesta más que las personas que realmente puedan hacer algo no lo hacen y se dedican a llenar sus bolsillos de dinero. Me molesta que Platón tenga razón cuando dice que los amos de un pueblo es el reflejo de la cultura de este, que el pueblo tienen los amos que se merecen. Me molesta también que este escrito realmente sea leído y asimilado por personas que realmente no lo necesitan leer y los que lo necesiten leer y asimilar para reflexionar no saben ni siquiera utilizar el internet, el resto que si sabe solo van a entrar a facebook para chismosear la vida de las demás personas. Me molestan también los fanatismos religiosos, que limitan el pensamiento de las personas y hace un ejército de conformistas que aseguran que un estado sociopolítico igualitario es el imperio de la bestia (anticristo). Y odio el suicidio.

CON PAUSADOS VAIVENES

Con pausados vaivenes refrescando el estío,
la palmera engalana la silente llanura;
y en su lánguido ensueño, solitaria murmura
ante el sol moribundo sus congojas al río.

Encendida en el lampo que arrebola el vacío,
presintiendo las sombras, desfallece en la altura;
y sus flecos suspiran un rumor de ternura
cuando vienen las garzas por el cielo sombrío.

Naufragada en la niebla, sobre el turbio paisaje
la estremecen los besos de la brisa errabunda;
y al morir en sus frondas el lejano celaje,

se abandona al silencio de las noches más bellas,
y en el diáfano azogue de la linfa profunda
resplandece cargada de racimos de estrellas.

José Eustasio Rivera

ESTA NOCHE

Esta noche el paisaje soñador se niquela
con la blanda caricia de la lumbre lunar;
en el monte hay cocuyos, y mi balsa que riela
va borrando luceros sobre el agua estelar.

El fogón de la prora, con su alegre candela,
me enciende en oro trémulo como a un dios tutelar;
y unos indios desnudos, con curiosa cautela,
van corriendo en la playa para verme pasar.

Apoyado en el remo avizoro el vacío,
y la luna prolonga mi silueta en el río;
me contemplan los cielos, y del agua al rumor

alzo tristes cantares en la noche perpleja,

y a la voz del bambuco que en la sombra se aleja,
la montaña responde con un vago clamor.

José Eustasio Rivera

Coplas del Vino


Nervioso, pero sin duelo
a toda la concurrencia
por la mala voz suplico
perdón y condescendencia.

Con mi cara de ataúd
y mis mariposas viejas
yo también me hago presente
en esta solemne fiesta.


¿Hay algo, pregunto yo
más noble que una botella
de vino bien conversado
entre dos almas gemelas?


El vino tiene un poder
que admira y que desconcierta
transmuta la nieve en fuego
y al fuego lo vuelve piedra.


El vino es todo, es el mar
las botas de veinte leguas
la alfombra mágica, el sol
el loro de siete lenguas.


Algunos toman por sed
otros por olvidar deudas
y yo por ver lagartijas
y sapos en las estrellas.


El hombre que no se bebe
su copa sanguinolenta
no puede ser, creo yo
cristiano de buena cepa.


El vino puede tomarse
en lata, cristal o greda
pero es mejor en copihue
en fucsia o en azucena.


El pobre toma su trago
para compensar las deudas
que no se pueden pagar
con lágrimas ni con huelgas.


Si me dieran a elegir
entre diamantes y perlas
yo elegiría un racimo
de uvas blancas y negras.


El ciego con una copa
ve chispas y ve centellas
y el cojo de nacimiento
se pone a bailar la cueca.


El vino cuando se bebe
con inspiración sincera
sólo puede compararse
al beso de una doncella.


Por todo lo cual levanto
mi copa al sol de la noche
y bebo el vino sagrado
que hermana los corazones.

Nicanor Parra

A GLORIA

No intentes convencerme de torpeza
con los delirios de tu mente loca:
mi razón es al par luz y firmeza,
firmeza y luz como el cristal de roca.

Semejante al nocturno peregrino,
mi esperanza inmortal no mira el suelo;
no viendo más que sombra en el camino,
sólo contempla el esplendor del cielo.

Vanas son las imágenes que entraña
tu espíritu infantil, santuario oscuro.
Tu numen, como el oro en la montaña,
es virginal y, por lo mismo, impuro.

A través de este vórtice que crispa,
y ávido de brillar, vuelo o me arrastro,
oruga enamorada de una chispa
o águila seducida por un astro.

Inútil es que con tenaz murmullo
exageres el lance en que me enredo:
yo soy altivo, y el que alienta orgullo
lleva un broquel impenetrable al miedo.

Fiando en el instinto que me empuja,
desprecio los peligros que señalas.
"El ave canta aunque la rama cruja:
como que sabe lo que son sus alas."

Erguido bajo el golpe en la porfía,
me siento superior a la victoria.
Tengo fe en mí; la adversidad podría,
quitarme el triunfo, pero no la gloria.

¡Deja que me persigan los abyectos!
¡Quiero atraer la envidia aunque me abrume!
La flor en que se posan los insectos
es rica de matiz y de perfume.

El mal es el teatro en cuyo foro
la virtud, esa trágica, descuella;
es la sibila de palabra de oro,
la sombra que hace resaltar la estrella.

¡Alumbrar es arder! ¡Estro encendido
será el fuego voraz que me consuma!
La perla brota del molusco herido
y Venus nace de la amarga espuma.

Los claros timbres de que estoy ufano
han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan... ¡Mi plumaje es de esos!

¡Fuerza es que sufra mi pasión! La palma
crece en la orilla que el oleaje azota.
El mérito es el náufrago del alma:
¡vivo, se hunde; pero muerto, flota!

¡Depón el ceño y que tu voz me arrulle!
¡Consuela el corazón del que te ama!
¡Dios dijo al agua del torrente: bulle!;
¡y al río de la margen: embalsama!

Confórmate, mujer! Hemos venido
a este valle de lágrimas que abate,
tú, como la paloma, para el nido,
y yo, como el león, para el combate.

Salvador Díaz Mirón

LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!


César Vallejo

lunes, 6 de julio de 2009

FUTURO

Decid cuando yo muera... (¡y el día esté lejano!):
soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,
en el vital deliquio por siempre insaciado,
era una llama al viento...

Vagó, sensual y triste, por islas de su América;
en un pinar de Honduras vigorizó el aliento;
la tierra mexicana le dio su rebeldía,
su libertad, su fuerza... Y era una llama al viento.

De simas no sondadas subía a las estrellas;
un gran dolor incógnito vibraba por su acento;
fue sabio en sus abismos -y humilde, humilde, humilde-
porque no es nada una llamita al viento...

Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,
que nunca humana lira jamás esclareció,
y nadie ha comprendido su trágico lamento...

Era una llama al viento y el viento la apagó.

Porfirio Barba Jacob

RIMA XII

Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las huríes del Profeta.

El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta,
las esmeraldas son verdes;
verde el color del que espera,
y las ondas del océano
y el laurel de los poetas.

Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta,
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.

Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.

Que parecen sus pupilas
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro
que al soplo del aire tiemblan.

Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta
que en el estío convida
a apagar la sed con ella,

Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean,
pues no lo creas.

Que parecen, si enojada
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.

Es tu frente que corona,
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrera luz refleja.

Y sin embargo,
sé que te quejas
porque tus ojos
crees que la afean:
pues no lo creas.

Que entre las rubias pestañas,
junto a las sienes semejan
broches de esmeralda y oro
que un blanco armiño sujetan.

*

Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar te quejas;
quizás, si negros o azules
se tornasen, lo sintieras.

Gustavo Adolfo Bécquer
no se que le paso a mi blog......