martes, 30 de diciembre de 2008

triste recuerdo de ella 2

una lagrima que cae...
y el recuerdo de ella que me mortifica nuevamente
un año que se termina
y entre los propositos para este año es dejar de amarte
de olvidarte y de enterrarte
¿cuanto mas durara esta mierda, estas ganas de vomitar?
no se quien eres ahora
pero doy gracias a Dios... porque me permitio compartir contigo
aunque sea tan poco tiempo
pero es preferible eso, que un nunca...
¿cuanto tiempo mas? ¿cuantos años mas?
un dolor en el intestino delgado
promesas olvidadas....
te prometo que esto es lo ultimo que te escribo...
ya no soy el mismo.... ya no lo soy mas
una esperanza de tenerte en mis brasos de nuevo
un remoto deseo de besar nuevamente tus labios
una fe escondida en esa cosa que llaman amor
una muerte segura... para esa mierda que llaman corazon

domingo, 21 de diciembre de 2008

triste recuerdo de ella

La misma canción amor mío
Esa que me recuerda de ti todo lo que sos en mi vida, lo que fuiste y lo que no serás
De nuevo suena… de nuevo
No sé porque nunca te enseñe esta canción, estoy seguro de que no te gusta
Acorde simple de guitarra
Siempre la cantaba y tocaba en mi mente cuando te veía, ahora acompaña tu recuerdo
Arpegio de enredos, arpegio
Un compromiso eterno con tu amor ese que no sentiste, es lo que me tiene pensándote
Un sonido eterno para ti
Cuantas veces te lo dije en silencio, todo lo que necesitaba de ti para soñar
Final lento, principio rápido
Prometí nunca hablar de ti, no pronunciar tu nombre. Y aun lo cumplo con mi silencio
Golpes fuertes de unas gotas
Lo que nunca podre prometer… es dejarte de amar como lo hago ahora
Lento el compas de mi corazón se detiene.
Preludio de obsesión que anuncia la más larga sonata de muerte en invierno

Recuerdo

Recuerdo de ti al son de un viejo tema, como los bambucos olvidados de mi infancia.
Los acordes desafinados del tiple de mi vecino que se entonaban todas las tardes de juego.
Las ocarinas llamativas de tribus muertas en el olvido, que reposaban en la repisa de la sala.
La zampoña, la quena y la guitarra que tratábamos de tocar entre los juegos de niños músicos empíricos.
Aun la montaña tiene esos recuerdos plasmados en su tierra, las huellas de nuestros pies.
Restos de castillos, y las trampas que requerían mantener el imperio de la niñez eterna.
Raspones, lágrimas, cicatrices que después de muchos años conserva mi cuerpo de adulto.
La alegría de caminar bajo la lluvia, saltando de charca en charca aun la conservo y la recuerdo.
El sabor y el olor mágico a tierra, el olor a humedad que deja en el bosque la proximidad de un rio.
La alegría de una tormenta en casa, sabor a chocolate y pan y los juegos que dejaba el encierro.
El asombro que me daba todos los domingos de verano, las esporas de polvo que se reflejaban en los rayos de luz que se escapaban por los rotos del tejado.
Los viajes a la casa de los abuelos… un patio enorme y todos los primos jugando en el, haciendo daños.
Recuerdos de la infancia de mi madre, nostalgia por parte de mis tías y la alegría de ver la familia reunida.
El tío bacano superhéroe… juegos y mas juego, sudor, manchas de barro en el cuerpo.
Todo es un simple recuerdo…

el dios que adora

Soy un dios en mi pueblo y mi valle
no porque me adoren sino porque yo lo hago,
porque me inclino ante quien me regala
unas granadillas o una sonrisa de su heredad.
O porque voy donde sus habitantes recios
a mendigar una moneda o una camisa y me la dan.
Porque vigilo el cielo con ojos de gavilán
y lo nombro en mis versos.
Porque soy solo.
Porque dormí siete meses en una mecedora
y cinco en las aceras de una ciudad.
Porque a la riqueza miro de perfil
mas no con odio.
Porque amo a quien ama.
Porque sé cultivar naranjos y vegetales aún en la canícula.
Porque tengo un compadre
a quien le bauticé todos los hijos y el matrimonio.
Porque no soy bueno de una manera conocida.
Porque no defendí al capital siendo abogado.
Porque amo los pájaros y la lluvia
y su intemperie que me lava el alma.
Porque nací en mayo.
Porque sé dar una trompada al hermano ladrón.
Porque mi madre me abandonó
cuando precisamente más la necesitaba.
Porque cuando estoy enfermo
voy al hospital de caridad.
Porque sobre todo respeto sólo al que lo hace conmigo,
al que trabaja cada día un pan amargo y solitario y disputado
como estos versos míos que le robo a la muerte

Raul Gomez Jattin

sábado, 20 de diciembre de 2008

LA MALDICION DE MALINCHE

(canto mexicano de amparo ochoa y gabino palomares)

Del mar los vieron llegar
mis hermanos emplumados,
eran los hombres barbados
de la profecia esperada.
Se oyó la voz del monarca
de que el dios había llegado
y les abrimos la puerta por temor a lo ignorado.
Iban montados en bestias
como demonios del mal
iban con fuego en las manos
y cubiertos de metal.
Solo el valor de unos cuantos
les opuso resistencia
y al mirar correr la sangre
se llenaron de verguenza.
Porque los dioses no comen
ni gozan con lo robado
y cuando nos dimos cuenta
ya todo estaba acabado.
En ese error entregamos
la grandeza del pasado
y en ese error nos quedamos
300 años esclavos.
Se nos quedó el maleficio
de brindar al extranjero
nuestra fe, nuestra cultura
nuestro pan, nuestro dinero.
Hoy le seguimos cambiando
oro por cuentas de vidrios
y damos nuestra riqueza
por sus espejos con brillo.
Hoy en pleno siglo XX (XXI*)
nos siguen llegando rubios
y les abrimos la casa
y los llamamos amigos.
Pero si llega cansado
un indio de andar la sierra
lo humillamos y lo vemos
como extraño por su tierra.
Tú, hipócrita, que te muestras
humilde ante el extranjero
pero te vuelves soberbio
con tus hermanos del pueblo.
¡oh! Maldición de Malinche
Enfermedad del presente
¿Cuándo dejarás mi tierra?
¿Cuándo harás libre a mi gente?

* acotacion agregada por mi